Las Siete Palabras De Jesucristo en la Cruz

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Jesús, nuestro hermano mayor, nuestro mesías, dijo 7 palabras mientras estaba colgado en la cruz, aun en su agonía, aun cuando el dolor lo consumía, tomo tiempo para regalarnos estas siete palabras.
Palabras que al estudiarlas cambiaron mi manera de ver la vida, mi manera de pensar, mi manera de vivir.

1. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Lucas 23

34. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre si sus vestidos, echando suertes.
Olvida por un momento lo que se nos dice que debemos de hacer. Ponte en el lugar de Jesús.
¿Has alguna vez sentido un dolor tan terrible que quisieras morirte para dejar de sentirlo? Si no conoces ese tipo de dolor, te puede ser difícil entender lo que te diré a continuación, pero si lo has experimentado, entonces me entenderás.
Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Desde un momento de tranquilidad todos podemos decir: es importante perdonar. Pero Jesús estaba siendo torturado en ese mismo momento. Y oro por las personas que le estaban causando el dolor!!!
Las personas que le hacían sufrir un dolor insufrible, eran las personas por las que el intercedía delante del Padre.
La historia de Jesús la podemos mirar como el que lee un libro de acontecimientos pasados y solo mirarlo desde lejos, o podemos vivir cada momento de los acontecimientos bíblicos y ver así la realidad de nuestro Señor y de nuestras vidas.

¿Que se me podría hacer a mí que sea tan terrible como lo que se le hizo a Jesús? 
Y si aun se me hiciese, yo soy pecador y me merezco las cosas malas que me pasen en la vida. Pero Jesús nunca peco, nunca le causo mal a nadie.

¿Qué me puede impedir a mí que yo perdone?
Por eso te digo que estas palabras cambiaron mi vida.
Porque yo si creo que Jesús las dijo. Yo sí creo que las dijo en el mismo momento de la agonía. Y sobre todo, yo sí creo que su petición fue genuina donde el realmente deseaba que Dios los perdonara. Es más, su gozo aun en ese momento estaba en que el Padre los perdonase!
Lo que Jesús predico fue genuino. Cuando dijo orad por vuestros enemigos, era porque el mismo lo hacía y lo hace. Cuando dijo perdonad hasta setenta veces siete es porque el mismo cree en perdonar.
Es aquí donde esta mi seguridad en que no importa cuán miserable yo sea, el me sigue amando, y si mi arrepentimiento es de corazón el me sigue perdonando. Por la sencilla razón que ese es el, un Dios de perdón y de misericordia.
Hoy tengo paz que él me ha perdonado. Por Jesús decir esta palabra yo creo que Jesús de verdad vive cada palabra que predica. Mi seguridad en el no depende de mi palabra, depende de su palabra!

2. De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Lucas 23 

43. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Siempre se nos habla del ladrón bueno y del ladrón malo que fueron crucificados con Jesús. Pero hay más de esta historia.
Cuando los dos ladrones fueron crucificados con Jesús, uno a la derecha y el otro a la izquierda, los dos injuriaban al Señor, los dos se burlaban de él.

Mateo 27 

38. Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.

44. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.
Observa como dice aquí los ladrones.
Pero algo sucedió en el transcurso de esas amargas horas. Algo le dijo a uno de los ladrones que este Jesús no era un hombre cualquiera, algo le dijo a uno de los ladrones que este hombre era rey! Quizás pudo haber sido el letrero que pusieron sobre su cabeza:

Lucas 23 

38 Había también sobre él un titulo escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
O quizás fue algo más específico, quizás fue algo en el mismo Jesús. Quizás fue el momento donde oro por sus transgresores, o quizás fue una mirada de amor.
¿Te recuerdas cuando Jesús te llamo?
Cuando yo por primera vez estuve cerca de él, cuando por primera vez dejo de ser religión, dejo de ser tradición y se convirtió en mi salvador personal, hubo algo que sentí que es difícil de describir. Fue como cuando los discípulos lo volvieron a tener cerca, sabían que era él pues sus corazones ardían!

Lucas 24 

31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
Hay algo en Jesús que ningún otro hombre tiene. Hay un profundo amor que continuamente esta emanando.

¿Cómo hay personas que se pueden resistir?
¿Cómo se pudo resistir uno de los ladrones mientras el otro le reconocía como rey?
Acuerda te de mi cuando vengas en tu reino. Con estas palabras se atrevió aquel hombre hacer una oración. Con estas palabras le reconoció como rey aun cuando su rostro estaba desfigurado y su corona era de espinas!
Oh, qué momento tan grande!
Nosotros que necesitamos milagros para creer.
Nosotros que cuando solo una cosa nos va mal nos alejamos de la iglesia enseguida.
Por tan poco se desvanece nuestra fe. Pero este ladrón le creyó sin pruebas, le creyó con tan solo mirarlo.
Todos podemos comenzar con un corazón duro, este ladrón lo hizo así. Pero tiene que haber algo en nosotros que se derrita a la presencia de Dios.
Y fíjate cuán grande fue su recompensa, por cuanto le creyó a Jesús en la cruz y no en los milagros, este ladrón, este insignificante hombre para la sociedad fue el primero en entrar con Jesús en el paraíso!!!
Vivo mi vida esperando ese día cuando mi Jesús me lleve a mi nueva morada. No vivo con temor del mañana pues ya mi Jesús ha preparado morada para mí. Ahora vivo tomando en cuenta cada minuto de mi presente, pues es un regalo maravilloso de parte de Dios. De mi futuro, mi Cristo se ocupara, nada me tengo que preocupar.

3. Mujer, he ahí tu hijo… He ahí tu madre.

Juan 19 

26. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien el amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
La humanidad de Jesús queda marcada con esta palabra en una forma viva.
Cuanto amaba Jesús a su madre, que aun en la hora de su muerte y su agonía todavía se ocupa de ella, todavía la sigue protegiendo.
Qué momento tan difícil para María, ver a su hijo clavado en la cruz. Seguro que su llanto no encontraba consuelo aun cuando ella había dicho he aquí la sierva del Señor. Admiro a nuestra hermana María por su entrega a Dios. Cuántos de nosotros no estamos dispuesto a sacrificar ni si quiera una hora de nuestro tiempo por el Señor y aquí nuestra hermana María estuvo dispuesta a soportar aun el dolor de ver a su hijo morir en una cruz sin haber cometido falta alguna.
Jesús sabe lo que es el dolor. El conoce lo que es el sufrimiento. Cuando tú te le acercas en oración por una madre, por un hijo, por un ser amado, el sabe por lo que estas pasando. El no te abandona ni te ignora.
Justificado hubiera sido para Jesús concentrarse solo en su dolor. Pero no lo hizo así. Sino que saco tiempo para ocuparse de su madre y de Juan. A Juan el más joven de sus discípulos tampoco lo quería dejar solo.
Yo se que Jesús oye mis oraciones. Yo se que entiende mi dolor y estoy seguro que se ocupa de mi y no me deja solo.
Esta palabra me confirma que mis oraciones no se pierden en el aire. Esta palabra me anima a pasar tiempo con mi Salvador y me deja ver que el orar es una delicia, es un milagro extraordinario del cual Dios me hace partícipe.

4. ¿Eli, Eli, lama sabactani?

Mateo 27 

46. Cerca de la hora novena, Jesús clamo a gran voz, diciendo: ¿Eli, Eli, lama sabactani? Esto es: ¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?
Muchas veces me pregunte, ¿por qué Dios abandono a su hijo?
Cuando la gente oyó a Jesús decir estas palabras, penarían que estaba pidiéndole ayuda a Jehová. O tal vez los eruditos, los estudiantes de las Sagradas Escrituras, pesarían que estaba recitando el salmo 22.
Así también puede ser que muchos hoy día al leer estas palabras solo lo tomen como una señal del dolor que Cristo paso.
Pero es mucho más que una simple señal de su dolor.
La Biblia nos dice:

Mateo 27 

45. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
La hora sexta es el medio día para nosotros y la hora novena son las tres de la tarde. Este es el tiempo cuando más fuerte brilla el sol. Pero aquel viernes fue diferente. Todas las tinieblas del infierno se levantaron en contra de Jesús, todo el pecado del mundo fue puesto sobre él. El que nunca había conocido pecado se hizo pecado por nuestra culpa.

2 Corintios 5 

21. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en el.
Tu pecado y el mío fueron sobre él. Tu y yo debimos de haber muerto en aquella cruz, no Jesús, pero el tomo nuestro lugar.
El Espíritu de Dios se tuvo que separar de Cristo para que el pecado se pudiera venir sobre él, y así quiso el Señor que quedase constancia de tan gran sacrificio y de tan gran momento cuando el toma nuestro lugar!
¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?
Aquí no queda duda, el mismo Espíritu Santo se había separado de él, Jesús Hombre vencía el pecado.
No solo sufrió nuestro Salvador la agonía física pero también tuvo que sufrir la agonía espiritual.

5. Tengo sed.

Juan 19 

28. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.
Aun hasta el día de hoy, hay poder en la sangre que Cristo derramo.
La palabra tengo sed refleja que ya casi no quedaba líquido en su cuerpo. Daba hasta la última gota de su sangre por nosotros.
Dice la palabra que aun en el final una espada traspaso su costado, y así Dios lo permitió por si aún quedaba algo más que dar, así su hijo lo daba TODO.

Juan 19 

34. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Cuando el Señor te pide un sacrifico de tu parte para él, ¿cómo se lo puedes negar? Él lo dio todo por nosotros sin escatimar nada.

Romanos 8 

32. El que no escatimo ni a su propio Hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con el todas las cosas?
Señor poco soy para servirte, pero en lo que tú estimes que yo debo hacer, heme aquí mi rey.
Cuando sirvamos a Dios, no lo hagamos por gloria, ni prestigio, ni posiciones. Hagamos lo solo por amor y agradecimiento. Al final, solo él lo hace posible.

6. Consumado es.

Juan 19 

30. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entrego el espíritu.
Consumado es.
Quisiera decirlo mil veces.
Cuando el Señor dijo estas palabras, se conmovió el universo completo. Todos los demonios del infierno supieron que estaban vencidos. La muerte había sido destruida, la victoria era total!!!
Nuestro Jesús venció!!!
Nuestro Salvador gano la batalla!!!
Y junto con la siguiente palabra:

7. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Lucas 23 

46. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiro.
La tierra se estremeció. Ni siquiera pudo contener a sus muertos!!!

Mateo 27 

51. Y he aquí, el velo del templo se rasgo en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;  53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.
El velo se rasgo porque ya se había acabado la separación entre el hombre y Dios. Ahora ya yo no necesito que un sumo sacerdote interceda por mí, yo puedo venir por medio de Cristo directamente a mi Padre Celestial. Gloria a su nombre.
Fíjate como el espíritu de Cristo va inmediatamente al Padre. Por eso le dijo al ladrón arrepentido, hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo que muere es el cuerpo no el espíritu.
Ahora sé que cuando muera, no estaré en una tumba fría, porque inmediatamente mi espíritu ira al Padre!
Gracias Padre por estas hermosas siete palabras que nos regalaste por medio de Jesús.


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